El Salón de los Espejos de Versalles, o Galería de los Espejos es probablemente la sala más conocida entre los turistas que visitan el Palacio de Versalles. Su construcción fue todo un acontecimiento en la época y no es de extrañar, teniendo en cuenta el conflicto que se desató entre Francia y Venecia por el control del mercado de espejos.
Este loco episodio de espionaje industrial te hará ver con otros ojos el espléndido Salón de los Espejos si tienes en mente visitar París y Versalles algún día. Si te interesan este tipo de cosas, te gustará también la entrada sobre el Palacio de Versalles y sus historias más curiosas.
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Un súper salón de espejos, tía
En el siglo XVII los espejos eran escasos y muy caros, ya que la técnica que permitía conseguir superficies pulidas y nítidas era reciente y desconocida en casi todo el mundo.
El Salón de los Espejos de Versalles se construyó para demostrar el poderío de Francia y dejar con la boca abierta a sus ilustres visitantes. Tenía 357 espejos de 5 metros de alto y los cortesanos lo flipaban porque podían verse por primera vez de cuerpo entero, fíjate qué cosas.
Se podría decir que los espejos eran el Porsche del siglo XVII. El bolso de Louis Vuitton de las pijas barrocas. Un artículo de lujo muy de moda entre los nobles para gritarle al mundo lo ricos que eran. Luis XIV era el más, el mejor y olía a Brumel, así que quería espejos, muchos espejos por todas partes.
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La guerra de los espejos
Por desgracia para Luis, el monopolio de la producción de espejos lo tenía Venecia, concretamente la isla de Murano. Este mercado suponía tales ingresos que los venecianos mantenían en secreto la técnica de fabricación e impedían que los vidrieros emigraran.
Esto traía al Rey Sol por el camino de la amargura. Para solucionarlo mandó agentes secretos a Venecia para embaucar a algunos maestros vidrieros con la promesa de grandes riquezas.
Cuando sus espías consiguen liar a algunos artesanos, se los llevan a Francia en plena noche y en secreto, pero los venecianos se enteran y no les hace ni puñetera gracia, claro.
Se desata así la guerra de los espejos, una insistente puja por los maestros vidrieros, que ríete tú del fichaje de Mbappé.
Los vidrieros eran muy apreciados por el inmenso mercado que proporcionaba el comercio de cristal y espejos. Tenían privilegios como poder llevar espada, pero no estaban autorizados a salir de Venecia.
Tras esta jugada de Francia, los venecianos intentan que los maestros fugados vuelvan, amenazando con quitarles sus tierras y apresar a sus familiares. Pero el gobierno de Luis XIV contraataca dándoles tierras y costeando el traslado de sus familias a Francia. Los cristaleros eran los expats del siglo XVII.
Por desgracia para ellos, en aquella época los métodos de persuasión eran los que eran, y misteriosamente algunos aparecen muertos. Y es que otra cosa que estaba de moda en Venecia, además de los espejos, era el veneno.
De repente, al resto de maestros cristaleros les entran unas ganas locas de volver a casa. Minipunto para Venecia.
El Salón de los Espejos de Versalles
Este tira y afloja continuó durante años hasta que los artesanos franceses perfeccionaron su técnica. Entonces se prohibió la importación de espejos venecianos para favorecer la producción local.
Fue en ese momento cuando Luis XIV mandó construir el resplandeciente salón de los espejos del Palacio de Versalles para rendir tributo a la grandeza económica, política y artística de París y de Francia.
El poder político lo representan las pinturas del techo y el artístico las estatuas clásicas. Los espejos representan la grandeza económica y para su fabricación Luis XIV confió únicamente en talleres locales, dejando claro de una vez por todas que Francia también controlaba el tema.
La inauguración de esta galería generó muchísima expectación por el lujo que representaba. Allí se celebraron recepciones y fiestas como el famoso baile de máscaras en el que Luis XV se enamoró de Madame Pompadour. Este episodio lo cuento en la entrada sobre las historias del Palacio de Versalles. Además, te recomendamos mucho la visita guiada al Palacio de Versalles.
El Salón de los Espejos de Versalles mide 73 metros y tiene 17 ventanas por las que entra la luz que se refleja en 357 espejos.
Con el tiempo, las técnicas de fabricación se extendieron y tener espejos dejó de ser algo tan loco. No obstante, el Salón de los Espejos de Versalles continuó deslumbrando a sus visitantes y acogiendo acontecimientos históricos. Entre otros, la firma del tratado de Versalles o la boda de Luis XVI y María Antonieta, que entró por la puerta grande y acabó esperando a ser guillotinada en la Conciergerie. Las vueltas que da la vida.
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4 comentarios en “El Salón de los Espejos de Versalles y los espías del Rey”
Me ha parecido muy interesante el artículo chicos! No sabía nada de que se había librado ésta guerra por los espejos 😊 y el Palacio de Versalles es increíble! No lo he visitado pero me encantaría!!
Hola Carlos Javier!
Muchas gracias, a nosotros nos encantó y siempre es más interesante ver lugares así sabiendo historietas como esta 🙂
No tenía ni idea de todo este conflicto por los espejos. Me ha parecido muy interesante¡¡¡
Pero, seguro que Luis XIV olía a Brumel????
En realidad es al revés, la colonia Brumel huele a Luis XIV XD